Toda comunicación es una transmisión, es pasar una
información de un lugar a otro, pero no es lo mismo el memorando de una
empresa que una comunicación literaria.
Una narración debe transmitir mucho más que información, debe llevar un
contenido que toque las emociones. Un texto literario no necesariamente debe
tener contenidos exactos, pero sí debe
acercarnos a los sentimientos del hecho en sí mismo.
Para lograr el difícil objetivo de la transmisión literaria debe haber.
- - Una
persona que tenga la necesidad de contar una historia.
- - Otra
que esté dispuesta a escuchar.
- - Un
medio, representado por el lenguaje escrito, que resulte eficaz para transmitir
la información.
Cada uno de estos tres elementos, en sí mismo,
constituye un universo lleno de
particularidades.
El libro narrativo transmite las emociones que genera una
experiencia, aunque casi siempre está acompañada de información complementaria.
Detalles que sirven para situar al lector en un contexto histórico, en un
escenario en particular, en la realidad que están viviendo los personajes. Esto
hará que les resulte más fácil ser parte de la historia que están leyendo.
Lo que se quiere contar debe mandar siempre en una narración.
Se trata de que el lector sienta la experiencia de los personajes. Los lectores
nunca tienen el mismo punto de vista del escritor, no han vivido las mismas
experiencias, sus emociones resuenan en otra vibración; sin embargo, el narrador debe intentar que el
lector comprenda lo que emocionó al escritor dentro de cada historia. Que descubran
el porqué esa historia merece ser contada.
El escritor narrativo no tiene nunca el objetivo de dar un
discurso, ni mostrar cuánto sabe sobre el tema que está escribiendo, sino
descolocar al lector, moverlo de su mundo, conmoverlo no racional sino emocionalmente.
Crear una experiencia, un impacto que parta de las propias emociones del
escritor y que deberá descolocar al lector. Para hacer vibrar a un lector es
tan importante lo que le cuentan como lo que hay detrás de la historia. Me
refiero a lo que no se ve, a lo que cada persona siente frente a la misma
circunstancia.
Toda narración nace de un punto de vista determinado, el del
escritor y es recibido por una persona con su propio punto de vista. La misión de todo escritor es llevar a que
los lectores comprendan su vivencia aunque no las compartan.
El mismo acontecimiento contado por dos personas puede tener
por resultado historias totalmente
distintas. El escritor quiere transmitir una experiencia desde su personal
punto de vista. La autenticidad, la forma en que se usan las palabras y la intencionalidad
de estas determinan el efecto que necesita causar.
Si Cervantes hubiera escrito el Quijote desde otro punto de
vista, por ejemplo el de un viaje para mostrar las beldades de la mancha habría
comenzado diciendo “En la Mota del Marqués, un lugar de tierra roja…”
remarcando las beldades del entorno, pero su objetivo era otro muy distinto. Él
quería criticar la estructura social y para ello utilizó la ironía. Creó
personajes con los que sería fácil simpatizar con una visión muy especial de la
realidad. El entorno carece de importancia por lo que comienza diciendo “en un
lugar de la mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…” Lo verdaderamente valioso
era lo que allí iba a suceder con sus personajes.
Resumiendo, la comunicación literaria siempre tiene una carga
afectiva y una intencionalidad que va más allá de la necesidad de contar una
historia. Pretende sacar al lector de su zona de confort y animarlo a
comprometerse, a sentir, a ser parte de la historia.
El verdadero valor de un libro está en las emociones que genera en sus lectores.
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Comentarios y recomendaciones
Recomiendo
esta novela como muestra de una exposición diferente a cualquier narración
convención. Milagros Román
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